EL FILÓSOFO, DE LA CALLE
UNGA
Yo salí de mi tierra
Quis sum, quo vado?
¿Quién soy?, ¿adónde voy?
“Yo
salí de mi tierra, hará tantos años, para ir a servir a Dios. Desde que
salí de mi tierra me gustan los recuerdos”. Alfonso Reyes.
Lo
que aquí les cuento en primera persona, no es por el simple “yo”.
Pueden ser
las experiencias suyas.
Yo de
niño, de cuatro años, crucé la calle empedrada Emiliano Zapata en Santa
Bárbara, me agarré de las faldas de una mujer, la profesora Sra. Govea y le
dije: lléveme a la escuela. Sabía que no había otro camino.
Yo
soy pájaro de campo –dicen los cantadores- porque no conozco el
alpiste. No soy pájaro de vuelo de gallina.
Es
una mala experiencia vivir temiéndole a todo. Las Águilas vuelan
solas, los pendejos y los miedosos en bolas.
Yo
vengo de muy abajo y de muy arriba, empero arriba no estoy. Si alguna
vez he propiciado el arte y mis sonidos culturales en algunos sonudos
patrones panzones, nunca me han amordazado.
Tal
vez, nadie ha rodado como yo en tantos caminos. Contemplé tanta pobreza,
que yo vi con tristeza, que Dios por aquí no pasó.
Yo
soy Pancho Flores el UNGA, siempre he vivido en este SER. Vengo de
donde se oye el agudo silbato de una mina, de antigua raíz minera Santa
Bárbara, Magistral del Oro Durango y de las fuentes milenarias y añejas de Indé,
Flores, Aguirre y Carvajal,
Silveira, Ozaifeta y el
apache Barrón.
En
esta tierra es más importante que un ángel o un león el que nadie escupa sangre
para que otro viva mejor.
Color
de sangre minera tiene el oro del patrón y de las princesas y de los príncipes
y de las reinas, y de algunos empresarios de hoy, los cuales no saben que
la propiedad privada es una hipoteca social.
Y me
da pena decirlo, muchas sandalias he calzado, pero por aquí no ha pasado
Dios.
En
este momento hay un niño en la calle que busca un doctor para aliviar su dolor
ancestral que no han quitado ni los frijoles ni las sopas aguadas.
En
este instante muere uno niño en la calle mientras en otra se como lonche de
caviar.
Cerca
de tu casa está un niño trabajando 20 horas diarias y le pagas –tronándole los
dedos- cinco centavos para que se largue a la calle.
En
los hogares de esta ciudad, viven muchos niños menores de un año, esperando un transplante de
vida, porque su padre fue contratado por negociantes exitosos globalizadores,
sin seguridad médica y sin seguridad social. ¡Utopía es el salario
familiar!
En
este momento hay muchos niños manoseados en su cuerpo por hombres y mujeres
santificadas por el dinero y el poder.
Con
esta cruda realidad, ten cuidado de cualquier ser humano que no tiene
compasión en su corazón.
Lástima
que tengamos que ir a un lugar establecido para pedir perdón por los niños
ofendidos, cuando el templo de Dios es portátil.
PROPUESTA: Convierte
tu casa en una Iglesia que se llame Comedor.
Total, una
vida sin reflexión no vale la pena vivirse.
Nos vemos en la
siguiente entrega, será todos los días.
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