EL FILÓSOFO, DE LA CALLE
UNGA
EL BIEN CON LAS IMÁGENES
DEL MAL.
«Nec pueros coram populo Medea trucidet»
«No del pueblo a la faz sus
propios hijos despedace la bárbara Medea» tr.lit.
Q. Horacio Flaco, hace más
de 20 siglos, en su obra «el arte poética», hoy sería una preceptiva literaria,
recomiendan a los escritores que mil cosas no han de verse en la escena, que no
es bueno ilustrar escenas de lo malo, asuntos buenos; por lo cual Medea, no es
bueno que Medea se coma a sus propios hijos delante de la gente y que además se
escenifiquen estas acciones, como hoy se hace la representación de la muerte de
Villa o del fusilamiento del Padre de la Patria, donde la sangre corre por toda
la calle como si fuera una acción digna de repetirse.
Hoy se dice en el campo
universitario, que la Universidad es la Medea de sus hijos; primero le da luz a
sus estudiantes y luego se los come. Por aquello de que las nuevas generaciones
de funcionarios hacen los mismos maltratos con las generaciones anteriores,
acciones que no son propias de la Universidad, porque de todas las
instituciones, la universitaria es la única inobjetable por su misión
sustantiva: educar.
Y así es en esta historia:
Hubo un inquieto y joven
universitario, hoy maduro funcionario que estaba muy celoso de una joven
universidad bastante coqueta y voluble.
Un día le dijo: «tus ojos son universitarios,
miran a todo el mundo». Y entonces le arrancó los ojos:
Después le dijo: «con tus
manos puedes seguir invitando jóvenes mancebos». Y le cortó las manos «aún así puedes hablar y
comunicarte con otros que no piensan como yo» -pensó. Y le cortó la lengua.
Luego, para impedirle a
cualquier eventual admirador, le arrancó todos los dientes.
Finalmente le cortó las
piernas. «De esta manera –se dijo- estaré más tranquilo. No podrá ir a ningún
lado»
Solamente así pudo dejar
sin vigilancia a la joven universidad que creía amar. «Así ni quien la quiera,
es un adefesio -pensaba-, pero al menos
será mía hasta la muerte y la muerte eterna».
Un día regresó a la casa y
no encontró a la joven universidad. Ella había desparecido, secuestrada por un
exhibidor de fenómenos en un circo. Aún así era universitaria, servía para
algo.
Quien no corrige al mal,
ordena que se haga; por eso dice el antiguo dicho «que llegaron los sarracenos
y nos molieron a palos; Dios no quiere a los buenos cuando son menos que los
malos». El universitario es un universitario.
Total... una vida sin
reflexión y amor al trabajo no vale la pena vivirse.
Nos vemos en la
siguiente entrega, será todos los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario