EL FILÓSOFO, DE LA
CALLE
Hymnus Adoro te.
Adoro Te devote, latens Deitas, Quae sub his
Figuris vere latitas: Tibi se cor me um totum subjicit, Quia Te contemplans totum deficit.
«Yo te adoro, Tata,
Divinidad latente, que oculto bajo estas especies del pan, ahí estás Tu
verdaderamente Padre mío: Mi corazón se sujeta a Tí completamente, porque el
que te contempla se abandona totalmente a tus brazos».
Este es un dicho, porque lo
dijo Tomás de Aquino, Filósofo y además es un dicho sagrado que tiene su
versión popular en aquel canto popular antiguo que empezaba así: Bendito,
Bendito, Bendito sea Dios, los ángeles cantan y alaban a Dios.... Es un canto Eucarístico.
Y aquí le va la historia de
este canto: Un domingo y no estando herrando, se encontraron dos mancebos
echando mano a sus coros como queriendo cantar. Eran Tomás de Aquino y
Benito. Ambos ahora santos. Allá por el siglo XIII. Sí, era un concurso
al que había citado un Concilio en la ciudad de Roma para premiar al mejor
canto Eucarístico y como siempre la cortesía, le dice Tomás a Don. Beno: -tu primero, Beno ándale, se ve por el coro
que traes, vienes muy bien preparado.
Beno muy cortés le contestó –de
ninguna manera mi hermano Tomy ustedes llegaron primero.
Tomás aceptando el pase de Beno, empezaron a entonar el
canto gregoriano «adoro Te devote, latens deitas… Fueron muy aplaudidos y
de pie, durante varios minutos, incluyendo a Beno, que aplaudía y gritaba:
otro, otro, otro. Se quedó tan impresionado Don. Beno, que al felicitar a Tomás
por tan bello canto, y tomando en sus manos las partituras de su canto que
había preparado para concursar, la rompió delante de él y le dijo: -no creo
superar lo que acabas de cantar mi hermano Tomás y le preguntó: -¿cuál es tu
fuente de inspiración?
Tomás, lo tomó del hombro y
le dijo –ven te voy a enseñar mi fuente. Lo llevó a su celda, al monasterio
donde se hospedaba. Frente a una rústica pared había un retablo cubierto con
una cortinita de lana de color rojo, la devela y le dice: - Éste es. Era un
crucifijo, un cristo en la cruz.
-Válgame, pues también es
mi fuente –dijo Don Beno.
Así es hermano, no hay
otra.
Aquí le presento la
partitura. Si la puede cantar, pues cántela.
Total, una vida sin reflexión no
merece vivirse.
Nos vemos en la siguiente
entrega, será todos los días.
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