In
extrema necessitate, omnia sunt comunia.
Dice
Karim Mireles que le dijo su papá: en la
extrema necesidad todas las cosas son comunes.
Este Texto en boca
de Saramago, paradójicamente hermoso, pero tan grave y serio que la gracia no
habita en él, por lo cual muchos no entienden que la propiedad privada es una
hipoteca social; dicen que este dicho parece un saco maltratado, que la
naturaleza se equivocó y que más tarde, descubriendo el engaño, trató de
enmendarlo haciendo desaparecer a esta criatura literaria.
Pero no. Aquí está el Sabath, que no solo defendió Carlos Marx
sino que está en los Textos Pontificios de la Doctrina Social de la Iglesia en el
Capitulo VI sobre el Trabajo Humano:
«El trabajo debe de ser honrado
porque es fuente de riqueza o, al menos, de condiciones para una vida decorosa,
y, en general, instrumento eficaz contra la pobreza. Pero no se debe ceder a la
tentación de idolatrarlo, porque en él no se puede encontrar el sentido último
y definitivo de la vida… El culmen de la enseñanza bíblica sobre el trabajo es
el mandamiento del descanso sabático. El descanso abre al hombre, sujeto a la
necesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad más plena, la del Sábado eterno… La memoria y la experiencia del sábado
constituyen un baluarte contra el sometimiento
humano al trabajo, voluntario o impuesto, y contra cualquier forma de
explotación oculta o manifiesta. El descanso Sabático, en efecto, además de
permitir la participación en el culto a Dios, ha sido instituido en defensa del
pobre; su función es también liberadora de las degeneraciones antisociales del
trabajo humano. Este descanso, que puede durar incluso un año, comporta una
expropiación de los frutos de la tierra a favor de los pobres y la suspensión
de los derechos de propiedad de los dueños del suelo. `Seis años sembraras tu
tierra y recogerás su producto; al séptimo la dejarás descansar y en barbecho,
para que coman los pobres de tu pueblo, y lo que quede lo comerán los animales
del campo. Harás lo mismo con tu viña y olivar´ (Ex 23, 10-11). Esta costumbre
responde a una profunda intuición: La acumulación de bienes en manos de algunos
se puede convertir en una privación de bienes para otros… La doctrina Social ha abordado la relaciones
entre trabajo y capital destacando la prioridad del primero sobre el segundo,
así como su complementariedad»
¿Parece utopía? Así me han dicho
todos los que me han escuchado este texto. Pero mire el capital si protege al
capital. Y el trabajo también debería defender al trabajo. Contemple este
texto: El Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica para evitar la crisis
financiera a su país le entregó a los bancos 740 mil millones de dólares; en el
planeta somos 7 mil millones de habitantes; si dividimos la primera cifra entre
la segunda, nos tocan 105,714 millones de dólares a cada uno de los habitantes
del planeta.
¿Se imagina si cumpliéramos con el Sabath y le repartiéramos sindéricamente al trabajador lo que le
corresponde? Terminaríamos absolutamente con el hambre, con la pobreza, con los
problemas políticos, con los problemas educativos, con los problemas del poder,
con la discusiones estériles sobre la reforma laboral que nunca ha tocado el Atractor fundamental que es el salario.
Nos
vemos en la siguiente entrega, será todos los días.
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