Sidera
coela
additis;
vel
in silvam
ne
ligna
feres
nec
in mare aquam,
vel
qui
ut puerom
non facitur
in coelo
non erit.
Dar voz a los que no tienen; aunque
algunos dan por Dios al que tiene más que voz.
El hombre cree que vive por virtud
de las fuerzas que él puede controlar, pero de hecho, es gobernado por el poder
de orígenes ocultos, poder sobre el cual él no tiene ningún control, dice
Hawkins, uno de esos poderes es el del comunicador social y del que tiene el
oficio de escribir:
Filosofando Por:
UNGA
El
Comunicador Social y el Oficio de Escribir
Es muy probable que así haya empezado la
difícil y frecuentemente incomprendida profesión de comunicador social.
El pueblo hebreo guiado por Moisés a la
tierra de leche y miel acampó a la orilla del mar Rojo. Los egipcios, junto con
su jefe el Faraón, se acercaban pe ligrosamente.
Entonces... los hijos de Israel, alzando los ojos, vieron a los egipcios
marchar contra ellos, y llenos de terror clamaron a Dios, y dijeron a Moisés:
¿Es qué no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir?
¿Qué es lo que nos has hecho con sacarnos de Egipto? ¿No te decíamos nosotros
en Egipto que era mejor servir a los egipcios que morir en el desierto?
Moisés, preocupado, se alejó del grupo
para ir a dialogar con su Manager Yahvé el cual le dijo:
- Tú alza tu bastón y tiende el brazo
sobre el mar y divídelo para que los
hijos de Israel pasen por en medio, en seco.
Al regresar con sus compañeros, un hombre
se acercó al gran líder y preguntó:
- ¿Qué harás ahora?
Moisés contestó:
- Haré que se abran las aguas, pasaremos
nosotros y cuando pasen aquellos haré que las aguas se cierren, sepultándolos.
El hombre dio un alarido de admiración y
dijo:
- Si lograras hacer eso, te juro que te
consigo ocho planas en la Biblia.
Aquí se engendró la profesión del
periodista. Nació potencialmente, desde aquel entonces, la inquietud del hombre
por decir su palabra, y más si se sabe escribir bien - afirma Sinuhé, el
egipcio:
- Tienes razón -dijo-, un soldado no
necesita saber escribir, debe saber solamente batirse. Si supiere escribir
sería jefe y daría órdenes al más bravo de los soldados.
- Porque todo hombre que sabe escribir es
capaz de mandar a los soldados, y no confían ni cien hombres al jefe que no es
capaz de garabatear unos signos sobre un papel. ¿Qué placer puede hallar en las
cadenas y las condecoraciones si es el hombre de la pluma quien le da las
órdenes?
- Pero así es y así será siempre. Por
esto te digo, muchacho, que si quieres mandar soldados y conducirlos, aprende
primero a escribir. Entonces los portadores de cadenas de oro se inclinarán
ante ti y los esclavos te llevarán al combate en tu litera.
Así, yo Sinuhé, abandoné el sueño de ser soldado y no
protesté cuando al día siguiente mi padre y mi madre me condujeron a la escuela
y a la biblioteca del MI PUEBLO.
Nos
vemos en la siguiente entrega, será todos los días.
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